Resulta que el reloj me acaba de avisar de que se ha dormido y que vuelvo a llegar tarde. El martes al final ni aparecí. Me quedé simplemente tirada en un sitio cualquiera en medio de la calle, tocando la guitarra y fumando entre canción y canción mal cantada. De repente alguien tiró un par de monedas en la funda. Fue una broma, era una amiga. Pero habría que verme, tal vez feliz, despreocupada, ausente,.. sí. Creo que el mejor adjetivo es "ausente". Cuando acabé el último cigarro, me levanté y me puse a caminar hacia la salida de la plaza. "Eh! cuidado! Están ahí. Les he dicho que no has venido. Vamos a dar la vuelta." Y nos escapamos por las calles de atrás. Dimos mil vueltas más de las necesarias para llegar a su casa.
Ahora mismo, a cada letra que escribo, una milésima se escapa de mi tiempo, cada palabra me roba un segundo. Y así podría continuar hasta que se me escapase el tiempo, todo dejase de tener sentido y la mensualidad que pagué no sirviese de nada. A este ritmo, vuelvo a perderme con mi guitarra y tabaco.
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