jueves, 29 de diciembre de 2011

!



¡Vamos!

Pescar un gran pez,
hacer un batido,
subir la persiana,
encontrarme contigo,
hacer el amor después de la tormenta,
salir con Monti a jugar con las cuestas,
tumbarme en la arena,
una cerveza fresca,
nadar en el mar,
bailar de verbena,
refrescarme la frente en una fuente,
pedirle un favor a un hermano valiente,
perder el tren,
perder la cabeza,
encontrar una sonrisa
y perderme en ella
hacer la compra,
comprar una botella,
beberla en pareja,
jugar bajo la mesa,
viajar en trenes,
la colonia Denenes,
leer un libro que me quepa en el bolsillo,
bajar piñones,
comer macarrones,
hacerme el despistado en las reuniones,
mirar diez capítulos seguidos de una serie,
jugar al Guitar Hero
y creerme en puto héroe,
marcar tu calendario,
pisar el escenario,
volar por tu barrio escondido en un armario,
subir tu salario emocional hasta el campanario,
sí, soy un solitario,
un proletario del vocabulario,
y hoy rimo todo con río porque sonrío por no llorar,
hoy río por no llorar,
sí, sonrío por no llorar,
yo hoy río por no llorar,
yo hoy
la, la, la, la, la

¡Ei, chicos!
Hay sorpresas de colores en las cimas de los montes,
millones de setas perdidas en los bosques
con mi nombre escrito en ellas
gritando: ¡Delafé, dale sentido a mi existencia!
¡Aaaaaaah!
Dale sentido a mi existencia
¡Todas las trompetas de la muerte!
¡Miles de trompetas de la muerte!
¡Miles de trompetas de la muerte soplando!

Es Delafé y Las Flores Azules
con tonos rosados.
Pescar más de un pez,
hacer un bizcocho,
abrir la ventana,
iluminar tus ojos,
hacer el amor después de la siesta,
pasar la tarde en casa de Leta,
tumbarme en el monte,
un cerveza fresca,
nadar en el mar,
comer una paella,
andar por la playa cuando el sol viene de cara,
descubrir una canción
y poder silbarla
perder la vergüenza,
perder la cabeza,
encontar una sonrisa y sonreir con ella,
salir de compras,
comprar una botella,
beberla en pareja,
jugar en la trastienda,
viajar en tren,
una colonia dulce,
salir de cena y compartir el postre,
comer piñones,
hacer macarrones,
hablar del tiempo en las reuniones,
mirar diez capítulos seguidos de una serie,
jugar a hacer palabras,
construirlas más largas,
mirar el calendario,
subir al escenario,
sobrevolar tu barrio,
escondida en un armario.

Sólo subo cuestas
Sólo subo cuestas
Sólo subo cuestas
Sólo subo cuestas

Río por no llorar.

lunes, 26 de diciembre de 2011

High

A veces no todo es lo que parece. De vez en cuando, detrás de una estupenda sonrisa se puede esconder la más triste de las miradas. Tal vez podríamos encontrar una lágrima detrás de cada golpe. Miedo tras los gritos. Y un sin fin de cosas que todos hemos escondido. Pero ahora mismo, no me apetece hablar de supuestos ni de casos particulares. La verdad es que solo me apetece mirar la silla y creerme en el columpio, libre de apariencias.
Sonrisa punto.


domingo, 25 de diciembre de 2011

Aire

Hay días en que debo evadirme de las horas, las calles, los ruidos, los claxons, las luces, las cosas punzantes, cortantes y obscenas. De la pena, el odio, los remordimientos, el rencor, la desidia, el frío, el desencuentro, el engaño, el pasado, el recuerdo, el adiós.
Hay momentos en que necesito abrir la ventana y dejar salir las ideas lejos del aire ahogado de la habitación. Consigo desaparecer cuando busco la pregunta y quiero encontrar la respuesta. Cuando siento mis manos frías bajo las mangas largas. Cuando siento los dedos recorriendo las palmas y las cuerdas.
Hay veces que el momento y el lugar no tienen importancia. Cuando buscas con los ojos, lo que nunca encontarás.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Cerillas.

Desde el momento en que algo se encendió en mi cabeza y me dio a entender que te buscaba, no he dejado de hacerlo. Hasta el momento en que justo lo mismo que me hizo pasar noches de insomnio y momentos de debilidades estúpidas, me dijo que parase, con un beso en un parque a oscuras. Poco a poco empezó a clarear el día. Y yo seguía sintiendo una caricia curiosa en los labios. Pasaron horas, días,... Hasta que volví a encontrarme con mi billete de ida de todo lo que dolía, amargaba y asustaba. Pero por alguna estúpida razón, en un momento dado decidí que no mereecia nada más que dolor...solo seria capaz de pasar las horas ahogada en mi misma. Sola. Aun así, no podía evitar dejar de sentir dardos clavandose en mi costado, cada vez que mi inconsciencia se conseguía deshacer de la cuerda con la qe la tenia atada a mis muñecas maltratadas. Y te reencontraba. Te recorría de arriba a abajo, intentando pintarte entre mi desorden. Eras el pequeño orden de mi caos. Como la habitación antes de u a tormenta de polvo y recuerdos. Mi vía de escape hacia otro lugar que no fuese negro ni blanco. Simplemente volver a sentir el aire de nuestro espacio.
Un día, después de decenas de ellos, entre recriminaciones e indultos, hubo unos segundos de claridad. Una estúpida cerilla. Sí. Como el estúpido momento en que me dije que el frío dominaría la mañana, la tarde y la noche. Que sería mejor que guardases tu calor para alguien que fuese capaz de vivir sin tener que llevar miles de mantas a cuestas. me quise autoconvencer de que las noches no dolían sin saber que había pasado hacia media hora por tu cabeza loca. Sin decirte que no soy capaz de decir nada, y diciendotelo todo a la vez. No. No ¡y mil veces no! Así que corrí, corrió mi picardía y mi locura. Corrieron tus besos y las caricias al viento. Corrieron las nubes que nos vieron, y las farolas que nos sirvieron de cómplices. Terminaron corriendo mis palabras pidiéndote unas horas de sol. Unos minutos de tu calor. Unas caricias que en vez de ser del aire, fuesen mías. Volver a sentir ese cosquilleo. Volver a notar un nudo en el estómago al no saber si abalanzare sobre ti, o aparentar que soy una persona completamente normal. No lo sé. Y sinceramente, no me interesa averiguarlo. Lo único de lo que ahora mismo estoy completamente segura, es de que no sé tampoco cuando te volveré a ver. Pero que cuando lo haga, será para poder seguir diciéndote todo lo que la estupidez no me dejó decirte. Todo lo que necesito contarte muy bajito al oído.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Maniobras de escapismo.

Resulta que el reloj me acaba de avisar de que se ha dormido y que vuelvo a llegar tarde. El martes al final ni aparecí. Me quedé simplemente tirada en un sitio cualquiera en medio de la calle, tocando la guitarra y fumando entre canción y canción mal cantada. De repente alguien tiró un par de monedas en la funda. Fue una broma, era una amiga. Pero habría que verme, tal vez feliz, despreocupada, ausente,.. sí. Creo que el mejor adjetivo es "ausente". Cuando acabé el último cigarro, me levanté y me puse a caminar hacia la salida de la plaza. "Eh! cuidado! Están ahí. Les he dicho que no has venido. Vamos a dar la vuelta." Y nos escapamos por las calles de atrás. Dimos mil vueltas más de las necesarias para llegar a su casa.
Ahora mismo, a cada letra que escribo, una milésima se escapa de mi tiempo, cada palabra me roba un segundo. Y así podría continuar hasta que se me escapase el tiempo, todo dejase de tener sentido y la mensualidad que pagué no sirviese de nada. A este ritmo, vuelvo a perderme con mi guitarra y tabaco.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Invierno.

Solo pido una única cosa. Un rincón. Sí, una esquina apartada y oscura donde venga a morir el amor, las risas y los ánimos. Solo pido que todo esto suceda en un espacio concreto. Que cuando sepa que me dirijo hacia allí, pueda ser capaz de ponerme la coraza y aguantar la lluvia ácida. Cerrar los ojos y juntar los dedos. Porque me niego a tener que vivir con el peso del metal frío sobre mi piel. Sin poder bajar la guardia al cruzar la calle o al cruzar la primera puerta.
Poco a poco, se van dibujando nubes moradas bajo mis ojos, curvas en mis labios y gotas sobre mis mejillas. Poco a poco, voy dejando de existir. Poco a poco veo más lejana mi esquina oscura y segura, y acercarse a velocidad vertiginosa, el amanecer reflejado sobre mi metal oxidado.


miércoles, 7 de diciembre de 2011

Noches irreversibles.

Escucho canciones para no dormir. Doy vueltas en la silla y luego en la cama. Adorno el paisaje negro del silencio con gritos ahogados en mi cabeza. Desarmo las ideas más peliagudas, y dejo que me atraviesen el estómago. Abrí la caja de Pandora, y no dejaron de salir miles de pesadillas.
Cada recuerdo que conservé se me presentó en forma de lanza puntiaguda. Cada vez que pretendí ablandarlos, tan solo fueron un pequeño puñal. Tan solo eso. Es mejor que nada. Es mejor que terminar tirada en el suelo, con la colcha enrollada a los tobillos y el deseo de sentir un hilillo de sangre colgando del labio. Mejor que este silencio aferrándose a mis noches. Mejor que sentir la soledad como única compañera. Mejor que esperarte, y que no aparezcas.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Funambulista

Son agobios que hacen exterminar la harmonía. Son hechos que hacen romper en mil pedazos la razón. Son momentos en que sientes que las nubes se levantan y todo sabe a mar. En que las agujas ya no cantan. Cuando el tiempo se estrangula y la almohada te echa en falta. Cuando solo piensas en irte de tí. En correr, solo correr hacia el horizonte que te parezca más lejano. Solo estás siendo capaz de gritarle al primer inocente, tus últimos deseos egoistas. Tus ganas locas de desaparecer sin esperar nada cambio. No esperas escuchar un "no te vayas" "quédate...". Aunque sabes que te estremecerías si esto pasase. Si esperas que lo pronuncie una boca exacta.
 De todas maneras, no puedo evitar que los monstruos me perturben. Sentir que todo esto es una única trampa para el entendimiento y la cordura de alguien ya loco e incomprensible. Alguien enrevesado y viejo, con fachada de ignorante. Alguien azul y gris.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Enero en la playa



Te explico que un niño cruzó el universo,
 montado en un burro con alas de plata
 buscando una estrella, llamada Renata,
 que bailaba salsa con un asteroide llamado Julián Rodríguez de Malta.
 Malvado, engreído,
traidor y forajido.
 Conocido bandido en la vía láctea
 por vender estrellas independientes
 a multinacionales semiespaciales.
Y te duermes