Cómo decir que echo de menos tus manos cuando siento el simple aire recorriendo mis dedos. Cómo decir que bailas en mi cabeza cada dos por tres. Cómo explicar ese nudo en el estómago cada vez que pasan esos 60 segundos antes de gritar. Cómo entender una tarde sin nada que hacer y la distancia. Cómo asimilar el silencio de las horas muertas...
Nunca dije que supiese explicarme, entenderlo ni reaccionar. Nunca pensé en el vacío de las sábanas. Nunca escuché una voz tan dulce. Nunca acepté lo imposible.
El libre al bedrío cada día tiene menos sustancia. Solo puede explicarse con la irrefrenable mecánica de la pelusa chirriando a cada paso, haciendo lo posible por frenar los centímetros que la separan de tus besos.
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